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Cuento Un día en el Paraíso

 

Un día en el paraíso

Érase una vez en un planeta muy alejado de nuestro sistema solar un pequeño planeta. Los habitantes de Paradise Land, así se llamaba el bonito planeta, eran muy pacíficos y muy hospitalarios. Sobretodo, encontramos duendes y gigantes que curiosamente convivían en absoluta armonía.

El planeta tenía un problema: el aburrimiento. Desde hace unos siglos ningún visitante pisaba la tierra de Paradise Land. En un pasado, el planeta había sido el centro turístico de la Vía Toro (así se llamaba el sistema de planetas donde este peculiar mundo se encontraba). Paradise siempre ha destacado por sus grandes ríos e inmensas cataratas. Los niños y jóvenes de todos los planetas disfrutaban lanzándose por los tubos plastificados y haciendo equilibrio por las diversas pasarelas que atravesaban los ríos. Los paisajes son idílicos, la gran flora y la belleza de los ríos de poca profundidad siempre han sido un gran atrayente turístico. ¿Pero que ha cambiado en Paradise?....La historia de este planeta es reciente, surgió como una chispa. Sólo era un bloque de piedra redondo con algo de líquido pero al sentir las radiaciones de Chispín(equivalente al Sol de nuestra galaxia), la vida surgió y se estableció la atmósfera. Lo curioso es que la vida primigenia surgió en forma de flores y árboles. Rápidamente se llenó de todo tipo de flora pero no surgió fauna, es decir, no había animales.

El presidente de la Vía Toro decidió que los duendes y gigantes de todos los planetas convivieran en Paradise. Fue una recompensa a siglos de convivencia pacífica en todos los planetas que habían estado.

Al principio a duendes y gigantes les costó relacionarse porque siempre habían estado en bosques sólo relacionándose entre ellos y la flora. Pero poco a poco establecieron una sociedad basada en la amistad y el respeto mutuo.

Se hicieron casas pequeñas para los duendes y casas muy grandes para los gigantes. El centro de la ciudad se llenó de pequeñas tiendas de souvenirs…, pero ahora muchas han tenido que cerrar debido a que ningún turista se atreve a venir al planeta.

Os contaré la historia: Todo paso un día soleado (es decir, chispineado) de verano hace 400 siglos. De una pequeña casa y de una pequeña puerta salió un pequeño individuo, era Kuende el duende. Kuende sólo tenía sesenta años, era un pequeño muy pequeño. El pequeño duende se fue con sus padres como cada domingo (porque era domingo) a pasear. Su padre se llamaba Puende que tenía 800 años y su madre Duensa que tenía setecientos cincuenta años. Estaban tan contentos paseando cuando de repente Kuende el duende vio que algo extraño se movía detrás de un matorral. Kuende miró en el matorral pero no vio nada, se giró y entonces observo que una especie de serpiente huía precipitadamente. El chaval duende se puso a perseguir al misterioso animal y sus padres también salieron detrás suyo porque no sabían donde iba Kuende.  

La carrera era rápida y el bosque se iba haciendo cada vez más denso hasta que Kuende llegó a una explanada. Lo que vio era horrible, la misteriosa serpiente era nada más y nada menos que la cola de un gran dragón, el dragón Bom-Bom. El dragón miró al duende y el duende miró la baba que surgía de la boca de Bom-Bom, la verdad es que era un animal desagradable pero tenía un color original, como de sorbete de limón.

El pequeño no sabía que hacer, no quería poner en peligro a sus padres así que salió huyendo hasta que los volvió a encontrar. Sus padres estaban muy felices de ver de nuevo sano y salvo a su hijo y  su padre le dijo en voz grave de duende: -¡Si te vuelves a escapar no te dejaré participar en el torneo de fútbol que organiza el gigante Guisante!.  Kuende les contó todo lo que había visto a sus padres pero no le creyeron, se pensaron que había comido demasiada zarzamora.

Pasaron los días y Kuende no pudo con su curiosidad y un día que volvía del colegio se introdujo en el bosque y allí busco y busco algún rastro del temible dragón. Pero se cansó y cansó pero nada encontró. Así que dio media vuelta y se dirigió a casa. En el camino hacia su hogar se encontró una pequeña choza con la puerta muy abierta. La curiosidad podía a Kuende y le dio un vistazo por dentro a la choza. En el interior de la casita se encontró un duende muy muy anciano. El pequeño anciano saludó al pequeño pequeño y se presentó. El viejecito se llamaba Anciabio y era un duende muy viejo y muy sabio.  Kuende le contó su aventura con el dragón y Anciabio le dijo que él sabía donde se encontraba el dragón Bom-Bom pero también le dijo que el dragón iba acompañado de muchos dragones igual de grandes que él o más. Anciabio acompañó a Kuende donde se encontraban los dragones. Caminaron durante veinte horas hasta que llegaron a un pequeño riachuelo. Allí se encontraban los dragones más felices que unas pascuas nadando y jugando en el agua. Nos dimos cuenta de que eran vegetarianos porque vimos a uno de ellos comiendo naranjas de un naranjero. En teoría, los dragones no eran peligrosos. El único problema era su volumen y su voz y sus risas estridentes,  cuando hablaban o se reían era como si millones de gallos cantaran a la vez. Era absolutamente insoportable. Kuende y Anciabio dejaron el lugar y volvieron a la choza donde se despidieron. El pequeño duende volvió a casa asustado y preocupado por lo que había visto. ¿Qué pasaría si estos animales que habían surgido de la nada se instalaran en todos los ríos del planeta? …el turismo se acabaría y gigantes y duendes se quedarían solitos sin poder hablar con humanos, hadas fantásticas, trolls, marcianos verdes como manzanas, etc, etc, etc…

Los peores presagios se cumplieron y el planeta ya lleva cuatro siglos de invasión draconiana y duendes y gigantes no saben que hacer. Además en el gran trofeo de fútbol entre los pueblos de Paradise siempre ganan los dragones porque cuando van perdiendo se ponen a gritar y entonces los contrarios se quedan aturdidos y aprovechan y meten goles; siempre ganan, el último resultado fue 1100 a 2. El portero de los dragones es representante en el ayuntamiento de una de las ciudades más grandes y siempre hay que darle la razón. ¡Qué dragones más cabezones!.

Kuende ya se ha hecho todo un hombrecito y ya tiene un pequeño hijo que se llama Duense. Han pasado los siglos y la belleza del planeta sigue intacta como si una fuerza divina lo mantuviera joven eternamente. Pero los habitantes están tristes. Han estado siglos y siglos conviviendo con los diversos turistas que venían al planeta y ahora los echan muy en falta. Echan en falta la alegría de los niños de todos los planetas jugando en los bonitos ríos y sus padres disfrutando tomando el sol, el Chispín en la orilla.

Kuende ha organizado un partido político que aboga por la expulsión de los dragones ya que estos no respetan nada pero si quieren ser respetados.

Hoy se ha organizado una reunión del partido. El presidente del partido es Kuende, el vicepresidente es Guisante el gigante y el asesor del partido es nada más y nada menos que Anciabio el duende más mayor de edad y más sabio del planeta.

El partido consta de doscientos miembros, la mitad es de gigantes y la otra mitad de duendes. Al principio de la reunión todos los miembros hablan a la vez muy entusiasmados por lo que les quiere decir su presidente Kuende el duende. Aparece Kuende y lleva un traje verde de duende muy majo con unos pequeños zapatitos puntiagudos que llevan unos cascabelitos muy sonoros.

Kuende se coloca en la mesa principal de una de las salas del ayuntamiento habilitadas para los distintos partidos políticos y se dispone a hablar. El micrófono le cubre toda la cara y casi no se le ve. La mesa donde está el micrófono esta en una medida intermedia para favorecer a gigantes y a duendes pero no favorece a ninguno de los dos.

Comienza a hablar Kuende, todos los presentes escuchan muy atentos sus palabras:

-Como presidente os he de decir que nuestro planeta ya no puede aguantar la impotencia que siente ante los dragones y he tomado la decisión de que haré un viaje largo por diversos planetas para encontrar algún salvador, algún héroe que nos libere de ellos. Mañana mismo haré las maletas y necesitaré Guisante si él quiere claro emprender conmigo esta emocionante aventura-.

Guisante con cara atónita no daba crédito a lo que escuchaba pero como quería mucho a su presidente asintió con la cabeza.

Al día siguiente Kuende y Guisante se dirigieron al aeropuerto espacial. Les esperaban para despedirlos un millón de duendes y un millón y uno de gigantes. ¡Uf, cuanta gente!. Con lágrimas en los ojos los dos aventureros se despidieron uno a uno de duendes y gigantes. Kuende ya tenía un dolor de espalda tremendo de tanto abrazo; los abrazos de los duendes aún los aguantaba pero es que los gigantes tenían tanta fuerza que no la controlaban. Ya en la nave espacial los dos amigos se relajaron y vieron como poco a poco se elevaba la nave y así se iniciaba el gran viaje a lo desconocido. Nadie antes desde que gigantes y duendes convivían juntos había salido del planeta.

Guisante se puso sus megacascos musicales y escuchaba todos los éxitos de la cadena principal de música de Paradise. Kuende se había comprado una megacónsola de última generación, ¡sí, sí , de esas que con sólo pensar una cosa nuestro héroe gráfico la hace y de forma superreal!.El viaje se hizo corto sólo duró un hipersegundo. Los habitantes de Paradise contaban el tiempo en hipersegundos e hiperratos-los hiperratos era hiperlargos, superlargos-.

Llegaron al aeropuerto de un planeta misterioso; se llamaba Kantakanta. Era un mundo diferente. Los habitantes tenían la cabeza en forma de micrófono y se cogían unos a otros y cantaban canciones, era su afición preferida, esa y comer discos a la Kantakanta-el plato típico del país-. Preguntaron por el planeta si había algún ser que los pudiese ayudar a liberar su mundo de los dragones pero les cantaban canciones de todos los tipos- de Amor Ramachotis, de David Sideral, de La nariz de Marcianogh, etc..-. Era divertido, pero la verdad es que no resolvía el problema y no estaban como para perder el tiempo. Ya cansados entraron en un restaurante a comer algo. Guisante comió un disco de Elfis President y Kuende un recopilatorio-porque tenía mucha hambre- de Kantarina-. En los postres disfrutaron mucho porque les trajeron un disco muy antiguo de Esdemasie que llevaba un poco de nata y un poco de chocolate. Después decidieron coger otra vez la nave interestelar y surcar el espacio en busca de nuevos lugares, de nuevos planetas.

El avión interestelar los llevó esta vez a un planeta también muy extraño, Christmas Planet. Estaba habitado por papanoeles i elfos que ayudaban a los papanoeles a empaquetar regalos que iban destinados a todos los planetas del universo. Los habitantes del planeta eran amables y muy bondadosos porque hacían felices a todos los niños de todo el universo. Los papanoeles no eran especialistas en dragones, sólo eran especialistas en dar amor y felicidad, que era mucho. Así, que los dos peculiares héroes tuvieron que coger otra vez la nave interestelar y buscar en otro lado su felicidad.

Esta vez el viaje se hizo muy largo, muy largo. Pasaron por diversos planetas pero sólo eso, pasaron con la vista. Vieron a Furbol, un planeta que tiene una portería en el polo norte y otra en el polo sur y sus habitantes se dedican a jugar a furbol, un deporte donde se chuta una pelota de trapo y se intenta meter en una portería de plástico; yo creo que sus habitantes no están mucho en sus cabales.

También vieron el planeta Star; es un planeta curioso lleno de glamour, de personajes famosos de toda la galaxia i de papparazzis que les hacen fotos a montones.

Hicieron parada en Golosineta. El planeta más dulce de toda la galaxia. Llegaron a media tarde y Guisante propuso descansar un superhiperdía en este planeta. La ciudad más importante del planeta era Granizator. Era una ciudad que hacía mucho frío. Toda la ciudad estaba hecha de hielo picado, los pisos eran de hielo picado con sabor a naranja y las carreteras de hielo picado con sabor a limón. Como disfrutaba Guisante el Gigante lamiendo la línea de la carretera que era de vainilla.

Mientras Guisante estaba entretenido comiendo la interminable línea yo me comía una placa de stop que tenía un saborcillo a fresa muy gustoso y natural.

Lo que paso después se veía venir; les entró un dolor muy grande de barriga y se pusieron muy malitos. Echaban de menos su planeta, ya era demasiado tiempo fuera de su bonito mundo.

Después de otras diversas visitas a otros diversos mundos finalmente llegaron a un planeta llamado Tierra. De la Tierra sólo sabíamos que era un planeta que en su infancia era muy parecido al nuestro pero con el tiempo se fue deteriorando y todo por culpa de los propios habitantes de este planeta. Esto era impensable en Paradise Land, una pena que llegaran los dragones. La Tierra ahora era como un inmenso bloque de metal y pavimento. No había naturaleza, la atmósfera era artificial y las únicas plantas que existían estaban en los jardines interiores de los edificios y eran plantas clonadas artificialmente. La verdad es que el alma del planeta se había muerto y las personas se habían convertido en una especie de robots de carne y hueso que apenas se relacionaban entre ellos, sólo hablaban entre ellos para pedir algo. Tanto a Kuende como a Guisante este planeta les sugería tristeza, mucha tristeza. La historia es muy larga pero abreviada podemos decir que este planeta tuvo una guerra muy dura, muy cruel…; el ser humano desesperado sacó lo peor de si mismo en esta cruenta guerra y la destrucción fue absoluta. Desde entonces los supervivientes de esta guerra modificaron artificialmente el planeta y lo hicieron nuevamente habitable. Todo el artificio sirvió para enfriar el planeta que estaba a borde de sucumbir ante la radiación solar. Una bóveda increíble hacía de cielo virtual y protegía a la humanidad y le otorgó atmósfera artificial.

Los habitantes de la Tierra en esos momentos plantearon la reconstrucción de su mundo de manera que nunca jamás guerras u otras catástrofes les afectaran. Todo reducto de naturaleza-que ya era poco- fue destruido y substituido por hierro, tubos, pavimento y otros elementos que hicieron de la tierra una gran caja fuerte de forma redonda. Esta infraestructura fue acompañada de una superestructura… Qué quiere decir esto? Pues que los edificios y las carreteras se acompañaron de un código ético moral. Los gobernantes de la Tierra han impuesto unas normas de comportamiento y de convivencia muy estrictas que inhiben, que dificultan mucho las relaciones entre humanos. Estas normas de comportamiento consisten en que dos personas o más sólo pueden comunicarse si es para pedirse algo o para comprar o para vender algún objeto o alimento. Es decir, que para la humanidad el concepto comunicación ha muerto igual que se han marchitado todos los valores como el de amor, justicia,… los derechos humanos se han encerrado para que no salga nunca jamás la bestia interior humana.

Es curioso además que los legisladores actuales de la Tierra pasaron al anonimato y se integraron en la sociedad pasando desapercibidos. Todo el mundo se puso de acuerdo en obedecer estas estrictas normas y todo quedo así establecido. Las reglas tocaban cualquier aspecto, hasta el tono de voz o la forma de expresarse. No se podía gestualizar y para hablar-lo poco que se hablaba- se debía utilizar un determinado tono y forma de decir las cosas determinado para evitar confusiones, para evitar malas comunicaciones y sobretodo para evitar conflictos. Las relaciones sexuales estaban prohibidas y todo se estipulaba, se hacía en laboratorios y hospitales. Esta sociedad de hierro, hecha de hierro, con moral y leyes de hierro, lo único que provocó es un entristecimiento paulatino de la sociedad, de los individuos. La media de edad de vida ha bajado muchísimo porque algunos de los habitantes deciden acabar con su vida.

Pero no todo es tan negativo, un humano en su casa tiene todas las comodidades posibles y el hambre, el frío y las penurias han desaparecido. Pero el instinto humano no acaba de apagarse y muchos no aguantan esta presión del entorno y de su superyo.

Kuende y Guisante paseaban por las inmensas calles de Tierra y sólo veían que tristeza y más tristeza. Se preguntaban si de este mundo podría salir el héroe que andaban buscando. Pasearon y pasearon y llegaron a un gran centro comercial. Casi no había dependientes, muchas tiendas funcionaban inteligentemente gracias a una especie de robots-cajero muy interesantes a nivel tecnológico.

En un parque al lado mismo del centro comercial jugaban unos niños, se dejaban los juguetes (el cochecito, la pelotita, la consolita, la cuerdita, etc…) pero no se relacionaban entre ellos. Era como un mercado de juegos pero realmente la esencia del juego, de compartir, de interactuar con el otro se había perdido.

Kuende y Guisante se acercaron al parque. Cómo reaccionarían estos niños ante la presencia de tan curiosos visitantes?...Los niños cuando vieron acercarse a los dos amigos se quedaron como si hubieran visto un helado de chocolate andante, estupefactos y boquiabiertos. Kuende se dirigió a ellos y con voz pausada dijo: -¿Sabéis de algún niño muy fuerte, muy fuerte y muy valiente, muy valiente que quiera vivir una aventura muy arriesgada, muy arriesgada?-.Los niños se quedaron pensando, eran muy inteligentes y pronto se les ocurrió una pregunta muy inteligente: -¿Por qué tiene que ser un niño?-

Guisante se quedo pensativo también y dijo: -Buena pregunta. Necesitamos alguien con el alma aún no corrupta y en este mundo me parece que sólo vosotros podréis ayudarnos, sois jóvenes y con ganas de aprender cosas y vivir experiencias-.

Uno de los niños dio un paso adelante y señaló hacia un edificio de color pistacho y dijo: -Allí se encuentra el niño más sabio de la Tierra, el os podría ayudar. Pero por esta información tan valiosa queremos a cambio el gorro del gigante. Guisante no quería deshacerse de su gorro porque era un regalo de su tío Gigamonte pero no tuvo más remedio.

Ni cortos ni perezosos los dos amigos se dirigieron a la casa y llamaron al sofisticado interfono. Una voz grave les atendió e inmediatamente la pesada puerta se abrió. Un pequeño niño salió a recibirlos, era muy menudo y llevaba unas gafas inmensas de color fresa con nata. El pequeño llevaba un traje gris que le iba dos tallas grandes y por eso andaba con dificultad. El niño les habló: -¿Qué queréis personajes de cuento?-.

Los dos amigos se miraron fijamente. Nadie antes les había llamado personajes de cuento. Pensaron si eso era bueno o malo, estaban dudando. ¡Vaya con el niño!

Kuende le dijo: -¿Queremos que nos ayudes a liberar nuestro planeta de la opresión de los dragones?-. El niño que se llamaba Piensoluegonojuego contestó:-¿Dragones?, muy interesante. Yo he leído mucho sobre dragones. ¿Qué me daréis a cambio de mi ayuda?-.Kuende contestó:-Te enseñaremos a jugar. Piensoluegonojuego dijo: -Yo ya juego, para mi jugar es leer y aprender. Guisante se unió a la conversación: -Ya verás, nosotros te enseñaremos cosas increíbles y te enseñaremos que es la amistad. El pequeño niño les habló: -¿Amistad?, interesante. No he leído nada sobre ese concepto. Os acompañaré y os ayudaré pero luego por favor devolverme lo más pronto posible a mi casa porque tengo que leer un millón seiscientos mil libros para mañana.

Pues así fue como los tres compañeros cogieron la nave inter espacial y en menos que canta un gallo, es decir, muy rápido, muy rápido llegaron a Paradise.

Allí estaban los dragones jugando y revolcándose por el agua. El pequeño niño humano les dijo a Kuende y Guisante que se quedaran quietos, que él iría a hablar con ellos. Guisante le dijo que no sabía lo que se hacía porque el último individuo que habló con ellos se lo comieron como un pollo asado. El niño se dirigió a los dragones y les dijo:-¿Quién es vuestro jefe?-

Los dragones miraron al pequeñito y se dijeron unos a otros:-¡Comida!- y acto seguido se abalanzaron sobre él. El humano los esquivo y salió corriendo. Fue una persecución larga hasta que Piensoluegonoexisto se cansó y se paró en un pequeño claro donde ya no había vegetación. Los dragones ya tenían acorralado al niño humano que estaba casi llorando. De repente, un gran rugido dejó a todos los dragones parados. Unas grandes pisadas se acercaban, era el jefe de los dragones: Tragón. Tragón era el más alto y más fuerte de los dragones pero ya era muy mayor y utilizaba un gran bastón. Tenía un gran peso y sus pasos hacían retumbar toda la tierra. El jefe dragón se acercó al niño y los dragones le dejaron paso solemnemente. El dragón se dirigió al humano: -¡Vaya! ¡Tenemos un intruso en nuestros dominios! ¿De dónde vienes?-

Pienso dijo:-Vengo de la Tierra, un mundo donde no se habla, se actúa. Teníamos guerras continuamente y ahora somos un pueblo reflexivo y frío que evita los conflictos-.Tragón habló:-Si tuvierais un jefe como yo, siempre estaríais alegres y tampoco tendríais conflictos-. El pequeñín le contestó:-Si pero no sois muy diferentes a nosotros. Las leyes que nos impusieron en su momento los legisladores de la tierra mataron los sentimientos. Eso lo he leído, aunque yo no siento porque he nacido sin sentimientos. De esa misma forma vosotros habéis cubierto con tristeza la felicidad de este mundo y cada vez será más oscuro y más triste sino desaparecéis con vuestros aliados. El dragón se quedó pensativo y contestó: ¿Y dónde iríamos?. Aquí tenemos todo lo que un dragón libre puede soñar.

Piensoluegonojuego había leído mucho sobre astronomía y sabía de la existencia de otro mundo en donde abundaban los ríos y era de una belleza similar a Paradise pero no tanto. El humano le dijo:-Yo conozco un planeta parecido a este. Es hermoso y no pertenece a nadie. Se llama PorunpocoParadise.¡ Por favor deja que vuelva otra vez la alegría a Paradise!.El viejo dragón se quedó más pensativo que nunca, llamó a dos o tres dragones que parecían sus consejeros y hablaron durante tiempo y tiempo. Al niño le entró sueño y se durmió. El pequeño empezó a soñar que era un explorador y de repente se encontraba con Kuende. Kuende estaba luchando con unos pequeños animales de largas colas y Pienso con su machete le ayudaba a deshacerse de ellos.

Una vez acabado el sueño, Pienso se despertó de golpe. Todo estaba tranquilo, demasiado tranquilo. De repente a lo lejos vio a Kuende y Guisante con millones de duendes y gigantes que llevaban un montón de pancartas donde ponía: -¡Gracias nuestro salvador, diez mil hurras por Piensoluegoojuego!-.

Guisante le contó a Pienso que los dragones habían abandonado el planeta y se habían ido a PorunpocoParadise. El niño se alegró e hicieron una gran fiesta en su honor y todos brindaron con Licor de Fantasía reserva del Hipermillón de años antes del antes.

Pero la historia no acaba aquí; la paz volvió otra vez a Paradise, los niños de todo el mundo volvieron a divertirse en los trampolines y puentes que atravesaban los bellos ríos del planeta. El turismo volvió a aflorar y duendes y gigantes volvieron a recuperar la comunicación con los otros planetas y volvieron a ser felices.

Kuende y Guisante enseñaron a Piensoluegonojuego lo que realmente era la amistad. Rodeado de otros niños de todo tipo de procedencias, trolls, magos, elfos, héroes, etc… descubrió que es de verdad jugar y compartir cosas, descubrió realmente lo que es la amistad. El niño se quedó a vivir allí hasta que se hizo grande. Luego fue planeta por planeta haciendo propaganda de Paradise y defendiendo valores como la amistad y la bondad. Visitó la tierra y fue uno de los artífices de lo que sería La Revolución de Valores que llevaría a ese planeta a una existencia más moral…pero eso es otra historia.